RIBEIRA – Un investigador privado acudió al juzgado a informar sobre sus «averiguaciones” del caso Diana Quer

Dos funcionarios, una fiscal y una letrada de la Administración de Justicia lo atendieron

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Un individuo con una poblada barba blanca, al más puro estilo Papá Noel, se presentó hace unas semanas, concretamente el pasado 11 de octubre, en el edificio de los juzgados de la capital barbanzana. Su intención era la de hablar con la juez instructora del caso de la desaparición de la joven madrileña Diana Quer. Según parece, fue un funcionario el que lo vio algo despistado en la planta baja mirando durante bastante tiempo en los paneles informativos sobre la distribución de espacios en cada planta. Ese trabajador se acercó a él para preguntarle si precisaba alguna ayuda, a lo que le respondió si le podía decir donde podía encontrar a la togada que se encargaba de instruir dicho procedimiento, por lo que lo acompañó hasta el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Ribeira.

Su reacción fue acompañarlo amablemente a la funcionaria que entiende sobre ese caso para que hablase con ella. Después de escucharle decir que, como investigador privado, había realizado unas averiguaciones sobre lo que había pasado, acabando en un  final violento. Esta personas, que sostiene que ya realizó en su tiempo libre trabajos de investigación sobre otros casos de desapariciones -la mayoría de ellos con trascendencia mediática, llegó a decir el lugar en donde encontrar el cuerpo de la joven madrileña, a la que situaba en el interior de un pozo y junto a una lata de refresco de una marca concreta en Santa Cruz de Lesón. Cabe recordar que en las primeras semanas se registraron varias llamas de videntes o espirituales que ofrecieron sus poderes para determinar el lugar en el que se encontraba la muchacha, pero fueron rechazados.

Después de un buen rato escuchando a ese hombre con sus teorías, que había decidido contárselas a la juez después de sus fracasados intentos con la Guardia Civil y a la prensa, esa funcionaria lo remitió a la letrada de la Administración de Justicia del referido juzgado, a la que le repitió prácticamente el mismo discurso durante un buen rato, hasta que lo derivó a la Fiscalía para que lo pusiera en conocimiento del ministerio público, con el que no tuvo tanta suerte y en un par de minutos ya lo despachó.